¿Psicoanálisis o Psicoterapia?

2 de mayo de 2025by admin

Deshacernos del malestar: con voluntad

Cuando pensamos en buscar ayuda profesional para nuestro bienestar emocional, una de las primeras dudas que surge es: ¿Qué tipo de tratamiento es el más adecuado para mí?

Entre tantas opciones, el psicoanálisis y la psicoterapia suelen ser de las alternativas más mencionadas. Aunque ambos enfoques comparten el objetivo de que quien padece pueda continuar con su vida, sus métodos, son distintos. En este artículo te ayudaré a entender algunas similitudes y diferencias diferencias.

Desde sus inicios, el psicoanálisis ha estado en permanente tensión con las diversas formas de tratamiento que, con el paso del tiempo, se han ido configurando bajo la etiqueta de psicoterapia. Sin embargo, la categoría de «psicoterapia» no es tan simple ni tan homogénea como podría pensarse. Entonces, ¿Qué diferencia al psicoanálisis de las terapias convencionales que también hacen uso de la palabra?

Cuando un paciente golpea nuestra puerta, lo que está llamando es su sufrimiento. En este punto, tanto el psicoanálisis como las psicoterapias se encuentran convocadas cada una, abordando ese llamado de manera distinta.

Hay algo que angustia, que ya no se puede continuar tolerando, algo en la cotidianeidad de una persona -que no está separada de su entorno o de los otros-, algo cambió. Aquello que antes no era problemático, ahora es un problema: molesta, jode, duele, desestabiliza, desorganiza ¨la paz¨ que había en su vida (y a veces ni siquiera es la molestia de quien consulta, sino de alguien del entorno que rodea al mismo).

Muchas veces se busca a ¨fuerza de voluntad¨ silenciar, callar el malestar, sellarlo para que no siga interrogándonos, ni sorprendiéndonos… buscamos desalojarlo de nuestra ¨cabeza¨ a pura voluntad

Al poco andar, se nos revela que no podemos, que no somos «amos y señores» que controlan que pasa o no en nuestra mente y cuerpo» …»el yo no es amo en su propia casa»…

La conciencia (el «yo») no tiene un control absoluto sobre sus pensamientos, sentimientos y acciones, y lo homogeneizamos para dominarlo, con la etiqueta de «estrés».

fuerza de voluntad

Puntos en común con las psicoterapias: intercambio comunicativo

Estas se presentan como una solución amplia, una respuesta que parece abarcar las inquietudes humanas a través de distintas técnicas y enfoques. Sin embargo, detrás de esta etiqueta hay prácticas de naturaleza diversa. Esta multiplicidad crea un terreno difuso donde las diferencias entre psicoanálisis y psicoterapias se desdibujan.

 ¿Cuál es el principio de unificación?, ¿Qué tienen en común? La clave, es que todas, independientemente de sus diferencias, comparten un principio fundamental: la incidencia de la palabra del Otro (esto significa, que hay un «intercambio comunicativo» entre el terapeuta (o el Otro) y el paciente o quien consulte).

Psicoanálisis Hablar

Esta intervención de la palabra, crea una influencia que es común a todas las terapias, aunque cada enfoque la utilice de forma diferente. Esta exposición a la palabra del Otro, es el punto que atraviesa las diversas formas de psicoterapia, ya que todas implican dicha interacción verbal.

Psicoterapias:

Aquí el Otro (el terapeuta) tiene un papel fundamental en la validación del paciente, en la aprobación de sus sentimientos, pensamientos y acciones. Este «Otro» no solo escucha, sino que establece qué está bien y qué no, actuando como una especie de guía que da dirección al proceso. Dicho «Otro», puede estar representado no solo por el terapeuta, sino también por figuras significativas en la vida del paciente.

Las psicoterapias en general ejercen efectos, es decir, mediante la palabra “terapizan” y ubican al yo en una función de dominio, función que en realidad falla, ya que el yo pierde cuando aparece el síntoma; podemos noticiarnos de esto ni bien ponemos a disposición nuestra «fuerza de voluntad», para intentar controlar o eliminar cualquier tipo de síntomas que invaden e irrumpen en nuestros pensamientos o nuestro cuerpo, obviamente queremos desalojarlos de nuestro «yo» a toda costa.

Las psicoterapias apuntan, principalmente, a la adaptación con modelos de tratamiento que no siempre tienen en cuenta la particularidad ni mucho menos la complejidad del inconsciente. A través de esquemas, modelos cognitivos y conductuales, tales  psicoterapias tratan de reconfigurar al paciente para que encaje mejor en la estructura social, pero sin cuestionar las premisas que sostienen esta estructura.

Ellas buscan la reducción de los síntomas, la mejora del comportamiento o el cambio en los patrones de pensamiento, pero lo hacen sin entrar en el sufrimiento que los origina. Las promesas de bienestar que ofrecen se fundamentan en una “cura” que no pone en juego los aspectos más complejos de la subjetividad.

En lugar de investigar los elementos que pudieran estar en juego en la causa del malestar, la psicoterapia opta por paliar sus efectos sin interrogarse sobre el sentido de ese malestar, motivo por el cual muchos paciente arrastran por años el sufrimiento.

En general, las psicoterapias buscan devolver al yo una función de control que se pierde cuando aparece un síntoma: que incomoda, angustia, aparece algo que conmueve la vida cotidiana de una persona y se convierte en una fuente de sufrimiento, algo ha caído. Buscan una solución rápida y medible, que no desafía enfrentarse con la propia finitud ni a pensar o cuestionar las estructuras sociales que lo forman. 

Psicoanálisis:

El deseo del analista no busca ser un «amo». En el psicoanálisis, hay una ética en la manera en que el analista se relaciona con el paciente y en cómo interviene su deseo durante el proceso. La ética, en este contexto, implica actuar reconociendo las consecuencias de las intervenciones. El objetivo del analista no es dominar al paciente ni ejercer poder sobre él, sino mantener una postura de escucha y lectura sobre todo. El analista debe permanecer en una posición de no-dominio. De esta manera, el analista se aleja de la figura del «amo o padre», ya que su función no es controlar, sino acompañar. Dirigimos la cura, no al paciente.

Mientras que las psicoterapias tienden a enfocarse en reforzar el yo para que el paciente pueda enfrentarse sus dificultades, el psicoanálisis se dirige hacia otro camino, en lugar de fortalecer el yo, busca permitir el encuentro con lo que lo atraviesa, con ese dolor, esa angustia, eso que sorprende e irrumpe en su vida, a pesar de los intentos fallidos del yo, por mas voluntad que este ponga, fracasan. 

Llegado el momento, lo contingente cae, aquellos elementos accidentales o las circunstancias externas que, durante la vida de una persona, parecen configurar su existencia o su identidad, es decir, las historias que se cuenta, los traumas, las dificultades, los acontecimientos aleatorios que marcaron su vida, caen, pierden eficacia.

Lo que significa que la persona deja de estar tan profundamente influenciada por estas circunstancias externas. Lo que antes parecía ser determinante o estructurante en la vida (por ejemplo, traumas pasados o experiencias  que siempre creyó que lo limitaban), esas «teorías» que construyó, pierden su peso, y mejor aun puede contarse otras. Este es un proceso de liberación donde ya no se es tan prisionero de una historia o de las contingencias que lo marcaron.

El psicoanálisis no busca restaurar un yo fuerte para enfrentar la vida, sino abrir el espacio para confrontarnos con lo que nos habita.

El Psicoanálisis: Una Práctica Diferente

Si hay algo que debemos destacar, es que el psicoanálisis no busca simplemente la mejora de un síntoma o la adaptación del individuo a su entorno. Con lo que nos encontramos es con un proceso de indagación sobre el deseo y el sufrimiento, sin ofrecer soluciones predeterminadas. El psicoanálisis no promete ni “curaciones” rápidas ni cambios superficiales. Es más bien una práctica que enfrenta a quien habla con su inconsciente, con lo no dicho, lo no resuelto, lo que insiste y sorprende cuando ocurre, aquello que no emerge navegando en las profundidades de la mente -esto es una  metáfora vieja y absurda-, este inconsciente podemos localizarlo en el ¨entre¨, es decir en ese espacio que se establece entre quien consulta y habla de su padecer y el psicoanalista, surge allí hablando en ese vinculo, no esta en el «interior» de nadie.

Si bien es cierto que Freud afirmaba que debía buscarse en las profundidades de la mente, el inconsciente se encuentra en el discurso mismo, en el «entre» («entre» el paciente y el analista).

No puede ser ubicado ni en el ámbito intrapsíquico ni en el extrapsíquico; más bien, se halla «descentrado» respecto quien habla, quien enuncia. 

A diferencia del psicoterapeuta, el analista no parte de la idea de que exista un modelo ideal que el sujeto deba alcanzar. No juzga ni impone expectativas sobre lo que debe hacer o ser, como si las mujeres tuvieran que casarse, tener hijos, o si los hijos deban seguir o rebelarse contra los padres. En el psicoanálisis, no se juzga. A diferencia de las psicoterapias, el objetivo de la cura analítica no es garantizar felicidad, integración, armonía o satisfacción, ni tampoco el desarrollo de una personalidad «ideal».

El trabajo del analista no es resolver los problemas del paciente o darle respuestas claras sobre lo que debe hacer, sino ayudar a comprender mejor su experiencia y cómo se relaciona con su inconsciente. No se busca resolver un problema concreto o imponer un modelo de bienestar. El analista, entonces, no tiene el papel de ofrecer soluciones predefinidas ni de restaurar un «yo fuerte», sino más bien de ofrecer un espacio donde reconocerse y actuar en consecuencia. Un proceso mediante el cual, a través del análisis, quien allí habla de lo que le pasa, reconoce y reestructura su relación con el inconsciente, sin depender de un modelo preexistente de «normalidad» o integración.

El Paso Más Allá del Síntoma: La Diferencia Radical

En la psicoterapia, el síntoma es algo que debe ser eliminado o modificado. En el psicoanálisis, el síntoma no es algo que deba ser suprimido, sino algo que debe ser comprendido en su relación con quien lo sufre y con su historia. El síntoma es un mensaje del inconsciente, y no tiene una única respuesta que se encuentre en un «catalogo de síntomas» o curas. 

En el psicoanálisis, es a través del trabajo con el síntoma que el sujeto puede comenzar a desandar las huellas que ha dejado el malestar en su vida. 

El psicoanálisis, se diferencia radicalmente de cualquier forma de psicoterapia. Es una práctica que, lejos de prometer felicidad o adaptación, interroga lo imposible y sitúa al sujeto en una posición que desafía lo convencional.

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