Talasofobia: y los Significantes
La talasofobia, el miedo irracional al mar, no es solo un síntoma aislado. Cuando aparece, suele estar ligado a una red de palabras y sentidos para quien lo sufre no siempre reconoce como propios. El mar, en estos casos, no es simplemente el objeto temido, sino una forma en que algo de su historia se hace presente, no tanto por lo que representa, sino por el lugar que ocupa en lo que dice —y no puede decir— sobre sí.
Un ejemplo de esto es un paciente que, después de soñar varias veces con el mar, se sintió impulsado a buscar información sobre el miedo al mar y descubrió que se trataba de talasofobia. Sin embargo, lo que realmente nos ayudó a avanzar fue cómo ese miedo se vinculaba a los significantes que el paciente utilizaba para representar sus emociones y experiencias no resueltas.
Síntomas de la talasofobia
Los síntomas más comunes de la fobia al mar:
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- mareo;
- dolor de cabeza;
- náuseas;
- taquicardia;
- ansiedad;
- ataques de pánico.
Algunos de estos sentimientos ya afloran con solo ver una extensión de agua, no solo de mar, sino también una piscina.
Quienes padecen fobia al mar pueden experimentar:
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Temor a nadar mar adentro, especialmente cuando el fondo deja de ser visible.
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Incomodidad o rechazo ante la idea de embarcarse o navegar.
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Angustia frente a la profundidad del agua, incluso en piscinas o lagos.
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Miedo específico al mar abierto o al océano.
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Ansiedad al encontrarse cerca del mar durante la noche o en condiciones de poca visibilidad.
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Rechazo a prácticas como la apnea o la inmersión prolongada.
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Además de la talasofobia, podrían haber otros miedos como al mar, como:
- Cymophobia, miedo a las olas del mar, mares agitados y el mar en tormenta.
- Escopulofobia, miedo a las rocas sumergidas y a lo desconocido en el mar.
- Selacofobia, miedo a los tiburones.
Si bien mencionamos este listado, es para que buscadores como Google localicen el articulo, ya que, para ser honestos, pierde sentido poner tantos nombres de «fobias», ya que no dejan todas de ser una expresión de angustia. Esta especie de «catálogos» al fin y al cabo debe comprenderse que son ridículos y para poco y nada sirven
¿Qué es la Talasofobia?
«Técnicamente», la definición de talasofobia es el miedo irracional al mar o a grandes cuerpos de agua. Pero este miedo no es solo una reacción a lo que vemos, sino cómo nos relacionamos con ello. En el ámbito psicoanalítico, este tipo de fobia no se limita al objeto en sí (el mar), –esto quiere decir: la fobia no es solo miedo al mar como cosa concreta- sino que está en relación con una cadena significante.
Este miedo está relacionado con la incapacidad de simbolizar ciertos aspectos de la vida del paciente que quedan sin ser comprendidos y que se «anclan» sobre el mar, como si fuera el objeto que encierra una angustia que no se sabe cómo manejar, de allí la incomprensión, la irracionalidad y la falta de «control» al pretender dominar este pánico a pura fuerza de voluntad.
El miedo al mar no se trata simplemente del mar como cosa, sino de lo que ese mar representa —para esa persona— dentro de su forma de nombrar, evitar o sostener algo que no puede decir de otro modo y que va a ser completamente distinta para otro; esto es lo mismo que decir que no hay un catalogo de fobias o de significados de sueños donde encontraríamos un significado universal para todos, por lo menos no para nosotros.
El Significante del Mar: Un Ejemplo de Relación Psíquica
Para comprender cómo funciona la talasofobia, es importante hablar de los significantes. Imagina que, en un momento de tu vida, pasas por una experiencia emocional difícil, como una pérdida o una separación, pero no sabes cómo manejarla o cómo ponerle palabras. Esa experiencia no llegó a simbolizarse; no fue articulada en el decir de la persona, y por eso insiste, se repite o se desplaza hacia un objeto como el mar. La falta de simbolización de esa experiencia hace que, en lugar de ser procesada, quede como flotando, sin ser nombrada. En este sentido, el mar se convierte en el significante de ese vacío, de esa experiencia no comprendida.
Por ejemplo, un paciente que teme al mar puede estar, en realidad, experimentando el miedo a no poder controlar o explicar sus emociones. El mar se convierte en un significante que recoge esa angustia, y se materializa en un miedo a un objeto físico, como el mar, que en realidad no es el verdadero origen de su angustia.
Cuando hablamos de “significante” no estamos hablando simplemente de una palabra. Tampoco es algo que tenga un significado fijo, como si yo dijera “silla” y todos pensáramos en lo mismo.
No. Un significante no es solo una palabra. Es algo que, aunque parezca común, tiene un efecto particular sobre uno. No por lo que dice, sino porque toca algo de lo que uno no elige, pero que lo determina. A veces, una frase que alguien escuchó desde muy chico, como “no molestes”, queda ahí, operando durante años, sin que uno lo sepa. Y un día aparece como angustia, como miedo, como algo que vuelve sin que uno entienda por qué.
No se trata de lo que yo creo que digo, sino de cómo eso que digo me dice. Hay palabras que uno no elige, pero que se le imponen, que aparecen una y otra vez, como si tuvieran más fuerza que el relato que uno intenta construir.
Y ahí se vuelve importante: porque a veces, lo que uno teme no es el objeto como tal —el mar, por ejemplo—, sino el lugar que ese objeto ocupa en una serie de palabras que traen algo que no se puede decir.
Te doy un ejemplo. Si una persona, escuchó siempre que “el peligro está allá afuera”, o que “no hay que confiar en los hombres”, eso no queda solo como un consejo. A veces, esa frase se vuelve una especie de código, una forma de leer el mundo. Y más adelante, cuando esa persona ve el mar —que no es ni bueno ni malo en sí mismo—, puede sentir un miedo que no entiende del todo.
Pero el mar, en sí, no hizo nada. Lo que pasa es que quedó «enganchado» con ese viejo “significante” que fue dicho, que hizo marca. Por eso, en análisis, no trabajamos con lo que uno cree que le pasa, sino con lo que se pone en juego en el decir. Porque ahí aparece otra cosa.
El Sueño del Mar
Un paciente que «padecía talasofobia» -digamos…- me relató un sueño en el que se encontraba atrapado en el mar, sin poder salir. Este sueño le causaba mucha ansiedad, pero lo más importante fue que, al hablar sobre él, pudimos descubrir que el mar no era simplemente el objeto del miedo, sino que simbolizaba algo mucho más profundo.
Lo interesante de este caso es que el miedo no estaba relacionado con el mar en sí, sino con la falta de control emocional que el paciente sentía en su vida. Su miedo al mar era, en realidad, una manifestación de su miedo a la vulnerabilidad o la sensación de ser desbordado por situaciones que no podía dominar. Así, el mar se convirtió en el significante de esa angustia no procesada.
El Miedo como Defensa
El miedo en la talasofobia no debe considerarse como un «defecto» o una respuesta «irracional». Este miedo tiene una función en la vida psíquica de quien lo padece. El miedo no es algo que haya que borrar. La pregunta no es cómo quitarlo, sino qué función cumple, qué dice de vos aunque no lo sepas.
En terapia, trabajamos para darle un lugar a eso que vuelve una y otra vez, pero no para eliminarlo, sino para poder leer qué te está diciendo.
El miedo no aparece porque algo haya salido mal, sino porque hay algo que no encuentra palabras, algo que no se pudo decir. A veces, ese exceso —eso que no se puede nombrar— toma forma en un objeto, como el mar, y se vuelve una fobia. Pero lo importante no es el objeto, sino lo que en él se concentra de eso que no se puede poner en palabras.
De “llorar a mares” a amar ese mar: Un significante que toca
El trabajo en terapia no se centra en eliminar el miedo al mar en sí mismo. Lo que se busca es comprender cómo ese miedo se articula en los significantes que la persona usa. A través de este trabajo, podemos dar un lugar más adecuado a esa angustia, permitiendo que el paciente integre esas emociones y pueda continuar con su vida.
En una sesión, una paciente que venía hablando de su miedo al mar dijo, casi al pasar: “lloré a mares”. En su decir, la frase aludía a la cantidad de lágrimas, a un dolor reciente. Yo respondí: “¿lloraste a-mares?”. En ese momento, se quebró. Lloró. Y trajo una escena olvidada con su hermano, fallecido hacía años. No fue el mar el que causaba miedo. Era eso que el mar —como palabra— venía a tocar en su decir.
Si has reconocido en ti mismo este temor, pánico, angustia, cualquier tipo de miedo irracional que te está limitando, te invito a reflexionar sobre cómo esté vs limitando tu vida. Si estás listo para explorar estos miedos y hacer otra cosa con ellos además de solo evitarlos, contacta conmigo y comencemos.