Psico-zahorí: Una Concepción que Resurge
Psico-zahorí, así es como me he autorizado a nombrar una concepción que creo que existe, no solo en el saber de aquellos ajenos a la materia del mundo psi, sino también en otros colegas.
¿Por Qué Este Nombre?
A lo de psi, no es necesario aclararlo y en cuanto a zahorí, me encontré con que era la palabra justa para definir una concepción que hace años todavía ronda acerca del ser humano. Los zahoríes eran o serían, últimamente resucitan las cosas más insólitas, pero preferiría decir que serían, aquellas personas que pretendían encontrar elementos ocultos o enterrados (agua, metales, etc., contenidos inconscientes agregaríamos nosotros).
A ellos se los denominaba zahoríes, o radiestesistas, y se servían, como técnica, de una especie de péndulo o horquilla de árbol, en la cual al recorrer la superficie o terreno a explorar, el movimiento de estas herramientas le indicaban la presencia de lo buscado.
La Concepción Común del Psiquismo
Si bien no es cuestión de criticar a quienes nos consultan ante algún padecer cuando expresan: “…Vengo a descubrir mis secretos ocultos, tesoros del pasado, cosas reprimidas, enterradas…”; extraña concepción tienen del psiquismo, pero y fundamentalmente ellos, no tienen la obligación de saber, simplemente comenzar a hablar.
Pero cuando al escuchar o leer algún trabajo de otro profesional psicólogo, muy diferentes son las cosas, ya que nos están hablando de una pobre lectura de los procesos psi del ser parlante; hasta aquí en cuanto al primer título, que podríamos decir se refiere a una errónea concepción de nuestra función como analistas.
Una Teoría Homuncular
En cuanto al segundo título, –Una teoría Homuncular– también me pareció apropiado, ya que se tiende a hablar muchas veces como si tuviéramos una especie de hombrecito dentro nuestro –esto sería, el inconsciente como agente interno homuncular- que nos dirige, nos ordena, nos castiga, y cuantas cosas más nos obliga hacer; allí el acento caería, en los pacientes; hombrecito interior al que muchas veces responsabilizan, culpan y llaman inconsciente.
¿Dónde Está el Inconsciente?
¿Por qué digo esto? Porque no hay nada oculto, ni escondrijo, ni enterrado en ninguna profundidad de nuestro ser; insistimos mucho sobre el lenguaje a veces, pero este es fundamental en nuestra constitución, es fundante. Hay un mundo simbólico que nos precede, que nos preexiste, y nos transforma. De hecho, nuestras necesidades biológicas quedan profundamente trastocadas producto del encuentro con este lenguaje.
Desde el momento en que nos manifestamos, por los medios más precarios, como pueden ser un grito –esos sonidos inarticulados-, allí aparece otro generalmente encarnado en la madre, otro que le da sentido a este llanto, le da un valor, y a partir de allí, una historia que comienza.
Representación del Inconsciente
Hay una representación del inconsciente como adentro de cada uno –intrasubjetivo-, además de ser visto como una bolsa, como un saco de conflictos, de problemas. Pero claro, la pregunta que surge es, entonces ¿Dónde está ese contenido conflictivo reprimido, depósito, reservorio de lo oculto? Por lo menos antes de ser descubierto, ¿acaso no está en el inconsciente?, tal cual como los depósitos en las cajas de bancos; o por el contrario, deberíamos concebirlo como un proceso que se va produciendo en esa relación llamada transferencial que tenemos entre el analizante y su analista y siendo sí, allí donde cobran valor.
El Inconsciente: Un Proceso en la Superficie
Un inconsciente que no es del orden de lo material, de lo tangible, no es una cosa, no preexiste, o sea que no hay que descubrirlo sino que más bien advendrá en la relación transferencial, emerge en la trama asociativa, no está en lo profundo sino más bien en la superficie, superficie del discurso.
Ni siquiera pertenece al pasado, sino al futuro ya que advendrá sobre el decir, ni tiene contenidos guardados como si fuera un cofre al que hay que abrir y vaciar. Este inconsciente, tampoco se quiere ocultar, sino todo lo contrario, se muestra, insiste, irrumpe (sueños, lapsus, síntomas, etc.) y sorprende al yo cuando surge (aunque no siempre sorprende, ya que algunos a veces se lo atribuyen al cansancio por nombrar un ejemplo), y es allí donde propiciamos a ir creándolo, causándolo…
ZAHORI: Un zahorí, a veces llamado radiestesista o buscador de agua, es una persona que pretende que puede detectar elementos ocultos o enterrados, como agua, metales, u objetos perdidos a través del movimiento, supuestamente espontáneo, de dispositivos simples sostenidos por sus manos.
HOMUNCULO: El concepto de homúnculo (del latín homunculus, ‘hombrecillo’, a veces escrito homonculus) es el diminutivo de hombre (a menudo despectivo). En el sentido científico de un actor primordial incognoscible, puede ser visto como una entidad o agente.