Medicalización

2 de junio de 2022by admin

Medicalización: El Problema de Medicalizar la Angustia

La Industria Farmacéutica y la Medicalización

Medicalizar el síntoma, medicalizar la angustia…

Hay algo que me gustaría puntualizar, y es que no debemos olvidar el esfuerzo por parte de los laboratorios —industria farmacéutica—. Aclaremos que hay medicaciones que resultan ser imprescindibles y situaciones clínicas que los ameritan, pero ello no justifica su uso generalizado e indiscriminado.

Esta industria, que por cierto es una de las de mayores ingresos económicos a nivel mundial, y no es un dato menor, debería contemplarse para tener en cuenta su incidencia en todos los niveles, hasta inclusive la generosidad de costear investigaciones dentro de otros campos como el de las mismísimas psicoterapias, financiamiento que tiene como fin “llevar el agua hacia sus molinos”, propiciando publicidad e investigaciones conducidas fuertemente hacia orientaciones teóricas como la “terapia cognitivo conductual”, un modismo de la época. Es importante tener esto en cuenta para así frenar el crecimiento de las deficiencias que estas últimas sostienen.

El negocio parece ser fructífero: terapias rápidas y milagrosas influenciadas por la industria farmacéutica, con un claro enfoque que apunta a clasificar y medicar, dando su solución en pastillas: “a tal diagnóstico producto de la terapia cognitiva, tal pastilla para ‘solucionarlo’”.

La Crítica del Dr. Eric Laurent

Como bien aclara el Dr. Eric Laurent —psicoanalista francés— (Revista Veintitrés, viernes 7 de diciembre de 2007, en referencia a las TCC —terapias cognitivo-conductuales—):

“…Son tonterías y van a producir catástrofes… Son como los que intentan difundir la democracia en medio oriente sin considerar sus particularidades e historia, logrando una catástrofe descomunal. Los conductistas actúan igual. Son niños que no entienden, entusiastas de la industria farmacéutica. Tenemos que frenarlos para que no produzcan una catástrofe mayúscula…”

Consecuencias de Medicalizar la Angustia

Al medicalizar la angustia la aplastamos, perdemos la función indicativa de la misma. Freud nos puso sobre el tapete que la angustia es, de entrada, un asunto de posicionamiento frente a nuestros actos. Esta es indicadora en la medida en que se la refiere a esta posición, sin dejar al mismo tiempo de situarla en el cuerpo. Pero ella no se limita solo a sensaciones corporales que causan displacer y que por eso se busca eliminar; la angustia se traduce en sensaciones físicas que podrían ser trastornos respiratorios, del ritmo cardíaco, a veces vómitos, diarreas, parestesias (sensación de hormigueo, de adormecimiento, pérdida de sensibilidad, entumecimiento), episodios que se van intensificando con el tiempo si no se trabaja sobre ello.

Intentar aminorar la angustia con medicamentos la convierte en un síntoma más para la psiquiatría y, en consecuencia, dispara así la factura por consumo de ansiolíticos, antidepresivos, etc., que cada día se recetan más.

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